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Poco se conoce de la trayectoria histórica de Cuzcurrita anterior al siglo XIV. El 15 de noviembre de 1367, Enrique II de Castilla recompensaba al Alcalde Mayor de los Hijosdalgo de Castilla, D. Juan Martínez de Rojas, entregándole el señorío de Cuzcurrita, con todos sus territorios y derechos.
En el siglo XVI, reinando Felipe II, el IX Señor de Cuzcurrita, Pedro Velasco, hijo ilégitimo de Bernardino de Velasco y de la esposa de Pedro Suárez de Figueroa, fundó mayorazgo al casarse con Marta de Rojas y Osorio, haciendo esculpir sus armas a la entrada del Castillo. La fortaleza, que había sido edificada por los Suárez de Figueroa, a caballo de los siglos XIV y XV, perteneció hasta el siglo pasado a los descendientes de los Velasco-Rojas, transmitiéndose después a sucesivos compradores hasta que, tras adquirirlo en el año 1947 la familia Sáinz de Incháustegui, Condes de Alacha, procedieron a restaurarlo, acondicionándolo como residencia.
Esta fortaleza de planta, que asemeja un cuadrado irregular, alberga en su interior la Torre del Homenaje, una de las más características de La Rioja por la armonía de sus dimensiones y la escasez de vanos. Esta torre cuadrada se levanta justo en el centro del Castillo, con huecos rectangulares de reducido tamaño.
Desde 1999, el Castillo de Cuzcurrita y sus propiedades pertenecen a una sociedad familiar.
Desde el principio, los nuevos propietarios iniciaron una remodelación integral del mismo que permitirá que su arquitectura perdure durante siglos.
La reforma no fue sólo estética, también se recuperaron las viñas viejas y se renovaron las instalaciones de la Bodega mejorando y modernizando las técnicas de elaboración, que en la actualidad, permiten que nuestro vino se elabore en las condiciones óptimas que su calidad precisa.
El Castillo domina los viñedos propios que producen nuestros vinos.